El hongo, una especie de Ophiocordyceps, tiene como objetivo a las hormigas carpinteras que pueblan la bóveda de la selva tropical tailandesa. El parásito secuestra el sistema nervioso de las hormigas, lo que las lleva a comportarse de forma anormal (y bastante específica), de modo que ayuda al hongo a reproducirse.
En un estudio reciente, los investigadores utilizaron microscopios para observar el interior de las hormigas afectadas y ver cómo avanza la infección. Descubrieron que el hongo se reproduce y llena lentamente el cuerpo y la cabeza de la hormiga, lo que provoca que los músculos se consuman y que las fibras musculares se separen.
La infección tarda, desde que comienza, entre tres y nueve días en convertir a las hormigas completamente en zombies, según descubrieron los investigadores. Al principio, las hormigas infectadas llevan a cabo su rutina normal: viven en sus nidos, interactúan con otras hormigas e incluso se alimentan.
“Me recuerdan a las quimeras: parte hormiga y parte hongo”, dijo David Hughes, director del estudio y entomólogo de la Universidad Estatal de Pennsylvania.
"A medida que pasa el tiempo, la parte de hongo aumenta hasta que la conducta de la hormiga ya no es la suya propia”.
El reciente estudio también muestra que el hongo suele matar a la hormiga huésped a mediodía, aunque la razón exacta por la que esto es así sigue siendo un misterio.
Las hormigas zombies mueren encerradas en hojas
Los científicos llevan varios años estudiando las hormigas Camponotus leonardi de Tailandia para valorar la interacción insecto-hongo. En un estudio de 2009, por ejemplo, Hughes y sus compañeros informaron sobre la sorprendente especificidad de las “indicaciones” del hongo a sus zombies huésped.
Mientras que las hormigas normales rara vez se desvían de un camino marcado sobre el árbol, las hormigas zombies deambulan sin dirección, y sufren convulsiones que provocan que estos animales caigan de la bóveda de la selva.
Una vez han caído, las hormigas se quedan sobre el frondoso sotobosque, que queda unos 25 centímetros por encima del suelo y, por lo tanto, es más fresco y húmedo que la bóveda selvática, unas condiciones perfectas para que el hongo se reproduzca.
Pasados unos días, el hongo ordena al insecto que se aferre a una hoja. Las células del hongo, que se multiplican dentro de la cabeza de la hormiga, provocan entonces que las fibras se separen en los músculos que abren y cierran la mandíbula de la hormiga.
Esto da lugar a una “contracción mandibular”, que hace que la hormiga infectada sea incapaz de liberarse de la hoja, incluso después de morir, lo que da lugar a un ambiente estable alrededor de la hormiga para que el hongo crezca. Llegada esta etapa, el hongo utiliza un veneno para matar a su huésped.
Unos días más tarde, el hongo crece y sale a través de la parte superior de la cabeza de la hormiga muerta, como si fuera un cuerpo fructífero o un estroma. Con cierto parecido con la cornamenta de un ciervo, este estroma libera esporas que serán recogidas por otra hormiga errante.
Según Hughes, el proceso completo, desde la infección hasta la liberación de las esporas, lleva entre dos y tres semanas.
No obstante, el momento en que el hongo obliga a la hormiga a morder la hoja depende, al menos parcialmente, de las condiciones ambientales, añadió Hughes. Si el sotobosque está demasiado seco, el hongo “se retira y espera”.
La mayor parte de las hormigas portadoras del hongo del estudio llevado a cabo en 2009 se encontraron en zonas con un 95 por ciento de humedad y temperaturas entre los 20 y 30 grados centígrados.
El hongo de las hormigas mata al mediodía
Para más inri, el reciente estudio desvela que el golpe de gracia del hongo suele ocurrir a mediodía, cuando el sol brilla con más fuerza. El hongo podría estar utilizando la luz solar para sincronizar la parte final de la infección, pero esto aún son especulaciones, explicó Hughes.
El estudio también sugiere que el hongo no ataca direcatamente el cerebro de las hormigas, sino que segrega compuestos que afectan a los cerebros de estos insectos y a sus sistemas nerviosos.
Los compuestos “tienen, probablemente, un efecto sobre las neuronas motoras”, responsables de controlar los movimientos, “pero por el momento es más bien una corazonada, basada en el tipo de atrofia que observamos”, afirmó Hughes en un e-mail.
Este investigador espera que, a la larga, su trabajo tendrá aplicaciones prácticas, como la creación de insecticidas biológicos que tengan como objetivo las plagas. Muchas especies de hormiga carpintera, por ejemplo, pueden causar daños estructurales a los edificios, ya que excavan sus nidos en madera húmeda.
"Será uno de los aspectos importantes para mi equipo”, indicó Hughes. “¿Cómo podemos utilizar este descubrimiento para controlar a las hormigas que, al fin y al cabo, no son más que plagas devastadoras para muchos lugares?”
La investigación sobre las hormigas-zombie se publicó con detalle en el número del 9 de mayo de la revista BMC Ecology.
Hormiga zombie.